La cocina valenciana se fundamenta en los ingredientes autóctonos que han sido cultivados a lo largo de la historia en estas tierras: alimentos como el arroz, la alcachofa o la chufa son la base de su identidad culinaria.
En Valencia, si paseas por la playa, podrás encontrar nuestra arrocería y restaurante en la Malvarrosa, donde, además de saber hacer la tradicional paella, pretendemos transmitir en todas las elaboraciones los fundamentos de este estilo de cocina: sencillez, aire mediterráneo y estímulo de los sentidos.
En este post, vamos a centrarnos en la repostería levantina, caracterizada por ser variada, de clara influencia árabe y mediterránea. Vemos cómo el mundo del dulce valenciano está marcado por la utilización de ingredientes que despiertan el paladar, pero también se aprecia la elección de determinados productos que se intensifican con el olfato. Hablamos del anís, de la canela, de la almendra o de la miel.
Pero la estrella de este postre es la mandarina. Fruta de temporada ideal para la época del frio, ya que nos aporta dosis de fibra y vitaminas C, E y B12. Se trata de una píldora de salud para nuestro organismo. Proponemos introducir esta maravillosa fruta en la receta de un tierno, delicioso y muy fácil de preparar bizcocho.
Es una elaboración sencilla y económica. Tan solo requiere, aproximadamente, una hora de preparación, contando con el tiempo de horneado, y el resultado final no dejará indiferente a nuestros comensales.
El broche final de la presentación corre a cuenta del cocinero. Podemos contar con diferentes formas del molde para horneado o espolvorear el bizcocho (una vez frio) con azúcar glas. Otra opción es la introducción de diferentes ingredientes para la decoración, como el chocolate negro o la propia mandarina, acompañando el postre. Cada preparación puede ser una nueva oportunidad para innovar en esta receta. Recordemos el refrán tradicional: “en la variedad está el gusto”.
Bon profit!