Valencia no solo destaca por la paella, su playa o la clásica arrocería o restaurante de la Malvarrosa. Si alguna vez has visto una fallera, es imposible que hayas pasado por alto los vivos colores de sus vestidos y, cómo no, el material del que están hechos, la seda.
Un tejido que catapultó a Valencia como ciudad pionera en su manufactura y comercio.
Gracias a los árabes, la seda se introdujo en Valencia. En el siglo VIII, la ciudad del Turia vio como un árbol foráneo se introdujo en sus huertos, la morera; y un nuevo barrio se forjó para la manufactura y comercialización del producto que producen un tipo de gusanos al alimentarse de sus hojas, la seda.
Este es el barrio de “Velluters” (del valenciano «vellut», terciopelo), donde se asentaron miles de talleres. El legado de la seda en Valencia dejó una ruta que no puedes perderte.
Tanto es así que la visita a edificios emblemáticos como la Lonja de la Seda (de estilo gótico y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), el Colegio del Arte Mayor de la Seda (título concedido por Carlos III para institucionalizar este arte), que en 2016 será la sede del Museo de la Seda de Valencia, o el Centro de Artesanía de la Comunidad Valenciana es imprescindible si quieres comprender la magnitud de una época que hizo de Valencia la capital ibérica del comercio de este tejido -muy por encima de otras ciudades, como Barcelona-.
Así, Valencia será declarada por la UNESCO “Ciudad de la Seda 2016”, dentro de su programa de difusión y protección de la Ruta de la Seda en el mundo.
Si tienes pensado visitarla el próximo año, tras disfrutar de su cultura y gastronomía, no puedes perderte la visita vespertina a un legado cultural considerado Patrimonio de la Humanidad y que representa una fiel imagen del poderío de la urbe.