Si hay algo más típico de la cultura valenciana que su paella o sus conocidas playas, eso es su historia artística. Para introducirse en este extenso mundo, basta con empezar por el Museo de Bellas Artes, una de las más emblemáticas muestras de riqueza patrimonial de Valencia.
La región ha sido fuente de inspiración para grandes artistas que le han dedicado numerosas obras
Su historia está ligada a la de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, institución creada en 1768 mediante donaciones particulares que posteriormente constituirían la primera colección del museo tras su apertura en 1839. El museo crecería a partir de entonces de manera exponencial hasta convertirse en todo un referente entre las colecciones artísticas españolas. Durante la Guerra Civil, es vaciado y empleado como almacén. Muchos de sus cuadros son trasladados a Madrid hasta que, una vez terminada la guerra, regresan a Valencia y el museo se traslada desde el convento del Carmen Descalzo hasta el Colegio de San Pío V, su actual ubicación.
La colección del museo es variada, especialmente centrada en autores valencianos sin reducirse a ellos en exclusividad. Cuenta con secciones de arqueología y escultura, pero el grueso de su colección está formado por pintura. Las obras más antiguas corresponden al siglo XIII y pertenecen a la tradición gótica, de la que el museo tiene excelentes representantes.
De estilo renacentista destaca una Virgen con el Niño y donante de Pinturicchio. Los autores barrocos son muchos y entre ellos aparecen obras de Goya, Van Dyck o Velázquez, cuyo autorretrato es uno de los cuadros más representativos del museo. Finalmente, de los siglos XIX y XX aparecen nombres como Zuloaga, Pradilla, Rusiñol o Sorolla, que cuenta con una sala propia donde se exhiben 42 obras suyas.
Este museo contiene una de las principales colecciones de España y es todo un referente del arte valenciano. Una opción turística que se debe completar conociendo otras variedades de la historia cultural de la ciudad, como lo es su tradición pesquera o su gastronomía, que puede disfrutar en cualquier arrocería o un restaurante de la playa de la Malvarrosa.