Valencia es conocida tanto en España como fuera de ella especialmente por su paella y también por su esplendorosa playa. Sin embargo, no resulta menos cierto que su patrimonio arquitectónico deslumbra por igual a todo aquel que la visita.
Buena muestra de ello lo constituye la Estación del Norte, declarada Monumento Histórico-Artístico en 1961. Significa mucho para sus habitantes pues, entre otras cosas, fue la primera que tuvo la ciudad. El proyecto inicial surgió en 1851 de la mano de los ingenieros James Beatty y Domingo Cardenal Gandasegui. Sin embargo, la actual estación no surgiría hasta 1906 con el largo nombre de Estación de Ferrocarriles de la Compañía del Norte.
De las obras se encargó el arquitecto valenciano Demetrio Ribes Marco y fue oficialmente inaugurada el 8 de agosto de 1917. De estilo modernista, además de los últimos adelantos técnicos, se consideró en su construcción el reflejo del ambiente reinante, que no era otro que la exuberancia de la huerta valenciana. Por este motivo, abundan los detalles artísticos, especialmente en los mosaicos, ricos en motivos frutales y escenas costumbristas. En cuanto a su estructura, el edificio se compone de dos naves paralelas a las vías del tren y una fachada principal.
Una vez dentro, los visitantes reciben la bienvenida en diferentes idiomas. Mención especial merece su bóveda, todo un prodigio de ingeniería para la época. Gracias a ella la estación recibe luz y ventilación natural.Dispone igualmente de un gran patio descubierto cerrado por verjas vienesas que separan la estación de la calle.
Por su parte, en el vestíbulo asoman por aquí y por allá trencadís, azulejos, revestimientos de madera o estrellas de cinco puntas. Hoy día sigue en pleno funcionamiento a pesar del transcurrir de los años, para deleite de turistas y foráneos.
Después de visitar esta y otras construcciones singulares, se puede comer tranquilamente en una arrocería o restaurante de la Malvarrosa.
