El peinado de fallera: el origen de la tradición

Si algo llama la atención de Valencia, además del estupendo clima de sol y playa y la rica gastronomía (con la paella, que se puede degustar en cualquier arrocería o restaurante de la Malvarrosa como máximo exponente), son sus Fallas. Gran parte del protagonismo de esta fiesta, además de en los espectaculares monumentos que inundan las calles, recae en la indumentaria fallera. En el caso de las mujeres, los vistosos trajes se completan con un elaborado peinado que no pasa desapercibido.

Sin duda, el más conocido de los peinados tradicionales de toda las regiones españolas

El peinado típico de valenciana o fallera se remonta al siglo XVIII, cuando las mujeres recogían su largo pelo en un moño. Para hacerlo, primero lo recogían en una coleta y lo separaban en ocho fragmentos. Se cruzaba horizontalmente una aguja gruesa (formada por lo que llaman “espasa” i “canó”), alrededor de la cual realizaban un moño en forma de ocho. Para finalizar, realizaban dos trenzas y rodeaban el recogido central con cada una de ellas.

En el siglo XIX este peinado se vio ligeramente modificado por una nueva moda: se dividía el pelo en tres secciones, con una raya en medio y otra de oreja a oreja. Con la sección de pelo que quedaba detrás se realizaba el moño anterior pero, además, a cada lado de la cara, pegados a las orejas, añadían un pequeño moñito en forma de caracol, llamado “rodete”, que se enganchaba con dos horquillas (una vertical y otra horizontal). El peinado, tanto si se opta por un moño del siglo XVIII como del siglo XIX, se remata con una peineta trasera y, en el caso del s.XIX, con dos réplicas de la peineta principal más pequeñas, una en cada rodete.

El peinado típico de valenciana es laborioso pero, sin duda, uno de los más peculiares de todas las indumentarias tradicionales que se conocen. El resultado y la belleza que otorga a la mujer merecen, sin duda, la pena.

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