Hay dos cosas que quien visita Valencia no puede perderse: comer una buena paella en una arrocería de la playa o un restaurante de la malvarrosa y vivir de primera mano el fervor de las fallas. Cada año, entre el 15 y el 19 de marzo, miles de personas de toda España y de otros países llegan a la ciudad para conocer esta tradición, catalogada como Fiesta de Interés Turístico Internacional.
Las actividades comienzan el último domingo de febrero con la Crida (el pregón) y son un atractivo turístico muy importante que cuenta, además, con larga historia. Desde la época del rey Jaime I se habla de las fallas como antorchas que se utilizaban para alumbrar las fiestas y, más adelante, como hogueras que se encendían en las vísperas de algunas celebraciones patronales.
De este modo se cree que el gremio de carpinteros pudo haber iniciado esta tradición, al quemar la noche antes del día de su patrón, San José, los trastos viejos sobrantes y las virutas. Era, además, una forma simbólica de anunciar la llegada de la primavera y el final del invierno.
Con el tiempo, este ritual fue evolucionando y actualmente las fallas son figuras de varios metros de altura de cartón piedra y otros materiales, que hablan de temas de actualidad desde un punto de vista crítico o satírico.
A lo largo del año, más de 300 comisiones reguladas por la Junta Central Fallera se encargan de elaborar estas construcciones artísticas, que después de varios días de exposición, terminan quemándose en el acto de la cremà.
Las mejores creaciones de cada categoría son premiadas y el mejor ninot (muñeco) elegido por votación popular es indultado, por lo que se salva del fuego y pasa a formar parte del Museo fallero. Todo un espectáculo que no debes perderte si tienes tiempo este próximo mes de marzo para hacer una escapada y disfrutar de las Fallas de Valencia.