La paella es el plato por antonomasia de Valencia. Se trata de la receta que le otorga al Levante un carácter internacional. Cada turista, nacional o extranjero, se imagina a sí mismo degustando una a la orilla del mar en una arrocería o en un buen restaurante de la playa de la Malvarrosa en Valencia, antes incluso de reservar sus vacaciones en el litoral valenciano.
Pero en esta tierra colindante con el Mediterráneo existen otras recetas no menos exuberantes o sabrosas que harán las delicias de cualquier paladar. Entre ellas, una muy ligada precisamente al mar, a la playa, al marisco y a un buen día festivo y de deleite: la fideuá.
Tal vez, lo primero que sorprenda de ella es que no lleva arroz. Su ingrediente principal son los fideos gruesos con un canal central. Se considera que con fideos finos pierde su encanto. Se trata del único ingrediente que no se produce en Valencia.
El resto, desde la cebolla hasta los ajos, pasando por el pimentón, la morralla de pescado, las imprescindibles gambas rojas, los mejillones (opcionales) o el pimentón provienen todos de esta tierra tan fértil y variada.
Uno de los secretos de su elaboración consiste en sofreír los fideos antes de añadir el caldo, que obtendremos hirviendo el menudo de pescado. Asimismo, se cocina en el mismo tipo de caldero que se emplea para la paella o para el arroz a banda.
Es más, esto podría explicar en parte de su origen que, como el de tantos otros platos, resulta confuso. En Gandía se lo atribuyen a un tal Joan Batiste Pascual, nacido en 1915, quien, parece ser, sustituyó el arroz por los fideos para ver si al patrón de su embarcación le resultaba menos gustoso y sobraba más cantidad para él y sus marineros. Más allá de lo anecdótico, no cabe duda de que el plato triunfó y se expandió por la zona.