En el Japón de hace mil años, el nisperero era una planta ornamental. Los jesuitas la llevaron a la Isla Mauricio, en el Índico, en el siglo XVII. En esos tiempos era una colonia francesa y desde allí llegó al país vecino a finales del XVIII.
El níspero de Japón se presentó en España a principios del XIX, unos dicen que de la mano de un tal capitán Roig que desembarcó en la playa de Sagunto. Otros, que vino con el botánico Juan Bautista Berenguer y Ronda, que precisamente nació en Callosa de Ensarriá, la localidad que hoy da nombre a su Denominación de Origen Protegida.
¡Qué curioso! Valencia, la tierra que recibió al níspero por primera vez, es también donde mejor se da. ¿Casualidad o destino?
En Japón era símbolo de la llegada de la primavera, seguramente por ser la fruta de pepita que antes madura. Su temporada va desde mediados de marzo a junio, aunque algunas variedades modernas permiten la recogida incluso en enero y febrero. En Callosa de Ensarriá se recoge con mimo, uno a uno y en su mejor momento.
La DOP Níspero de Callosa de Ensarriá abarca a 19 municipios de la Marina Baja y el Campo de Alicante, que nos proporcionan una fruta suculenta y delicada, ni excesivamente dulce ni muy ácida. Es rico en pectina (una fibra), potasio y provitamina A.
El níspero es una fruta muy saludable, poco calórica, antidiarreica, astringente, diurética, protectora de las mucosas y ayuda a luchar contra el colesterol.
Riquísimo, tanto fresco como en dulces y salados. En ensaladas da un toque delicado y acompaña bien a las carnes blancas. Se puede hacer mermelada o usarlo en muchos postres. Así que no te sorprendas si lo encuentras antes o después de la paella en una arrocería o restaurante de la Malvarrosa. Del antiguo Japón a tu mesa, un largo y delicioso viaje.