Testigo del arte más profundo en mesas de reyes y plebeyos, la cerámica de Manises es un símbolo de la tierra que la vio nacer, Valencia. Una tierra que se caracteriza por su sabor y su belleza, que impregna a través del aroma de sus arroces, del sol eterno de su playa y del arte inmemorial de su artesanía. La bella cerámica de Manises evoca la fuerza de la gastronomía valenciana, desplegada en una deliciosa paella sobre la mesa de un buen restaurante de la Malvarrosa.
Piezas de la cultura valenciana, únicas e imposibles de reproducir en cualquier otro lugar
Nacida como técnica en el Neolítico, la cerámica de Manises vio llegar su mayoría de edad en el siglo XIV. Don Pere Boïl, Señor de Manises, viajó a tierras de Granada y Málaga para hacerse con el saber inmemorial que permitía convertir el humilde barro en arte cerámico, a través de la purificación del fuego. Tras siglos de desarrollo, la cerámica de Manises continúa hoy día su existencia en plena salud. La pequeña tasca y la humilde taberna comparten su belleza con el restaurante gourmet y la arrocería de lujo, que saben apreciar la belleza de una tradición imperecedera.
Pero la cerámica de Manises no es tan solo una fuente inagotable de belleza. Desde siempre, en Valencia ha sido el motor de una industria que la ha dado a conocer a lo largo y ancho del orbe. Los amantes del arte más auténtico acuden a Valencia para adquirir piezas originales, imposibles de reproducir por quienes no conocen el saber ancestral. Vajillas, azulejos, fuentes, etc., realizados por creadores que dan vida a diseños llenos de tradición, pero también a piezas contemporáneas.
Arte e intensidad, fundidos en cerámica gracias al crisol del fuego: así es la cerámica de Manises, una técnica única en el mundo que contiene en sus delicadas formas toda la historia de Valencia.